Ayahuasca mi experiencia

23.03.2024

Un Asháninca dijo a Narby que para conocer las propiedades de las plantas hay que tomar una bebida alucinógena. ¿Es increíble verdad? Un chaman de nombre Ruperto Gómez le dijo a Narby: -Hermano Jeremías … para entenderlo de verdad, tienes que tomar ayahuasca.

¿Qué tiene la ayahuscar? La respuesta es DMT, la famosa molécula del espíritu, o así llama el Dr. Rick Strassman[i] a esta singular molécula. La Ayahusca es la televisión de la selva, con ella puedes ver imágenes y aprender cosas, ¿usted que cree? Ese es el problema, que todo son palabras, de chamanes que viven muy lejos de nuestros confortables ambientes. Pero yo no suelo creer las cosas soy de acción, así que no puedo escribir esto solo desde la teoría necesito la práctica.

Era principios del año 2000 cuando me encontré en Argentina, sumergido en el estudio de la acupuntura. Una compañera de mis cursos, intrigada por mis intereses, me propuso participar en un retiro en las profundas montañas argentinas para experimentar la ayahuasca, guiados por una especie de iglesia brasileña. Mi curiosidad y entusiasmo me llevaron a aceptar sin dudar: "¿Cuándo vamos?" Ella mencionó que el retiro sería la semana siguiente, pero requería de una preparación tanto física como mental.

Grupo que compartió la experiencia

Consciente de que la experiencia óptima con ayahuasca requiere un trabajo interno y externo, dediqué esa semana a seguir rigurosamente las indicaciones: mantener bajos niveles de estrés, optar por una alimentación saludable y, eventualmente, ayunar el día previo. Se aconsejaba evitar grandes esfuerzos, incluyendo la actividad sexual, así que me preparé integralmente para lo que estaba por venir.

Finalmente, el día llegó. Iniciamos un viaje fascinante a través de las montañas hasta un valle retirado, donde nos esperaba el chamán y un grupo de personas cuyo propósito era acompañar el ritual con música y guía espiritual. Éramos un grupo íntimo de no más de diez personas. El ritual comenzó con la preparación y el saludo a la naturaleza, integrándonos plenamente en el entorno; fue un proceso bellamente conmovedor.

Al caer la medianoche, reunidos alrededor de una fogata bajo la luz lunar en una zona remota de la montaña, el chamán nos invitó uno a uno a tomar la primera dosis de la amarga y densa mezcla. Para mitigar el desagradable sabor, nos ofreció un trozo de manzana. Luego, cada uno buscó su propio espacio en la naturaleza para recostarse, dejarse llevar y esperar la siguiente toma, programada para dos horas después.

En esas dos horas, cada uno vivió su experiencia personal. En mi caso, mi mente flotaba entre la música y las estrellas, sintiendo mi cuerpo, pero sin experimentar nada fuera de lo ordinario. Un guía se acercó para ofrecerme la segunda dosis, la cual acepté antes de regresar a mi lugar elegido bajo un árbol, cubierto por una manta, intentando bucear dentro de mí.

Fue entonces cuando noté algo inusual: aunque escuchaba la música, parecía provenir de fuera de mi cabeza, los tambores resonaban, mientras que dentro resonaban pitidos extraños que, de alguna forma, armonizaban con la música externa. Esta disonancia me llevó a cuestionar mi propia conciencia y ubicación en ese momento. Es decir, si escuchaba el sonido de los tambores y dentro del cerebro escuchaba como este los Escucha, ¿Dónde estaba yo?

A medida que se acercaba la hora de la tercera toma, mi percepción de la música se transformó, sintiendo que estaba escuchando más allá de mi cerebro. Este cambio me sumergió en un estado de conciencia alterado, provocando una sensación de conexión profunda con todo lo que me rodeaba. Era una unión indescriptible con el universo, donde el sonido de la naturaleza se convirtió en una lengua que, inexplicablemente, comprendía.

La sensación se intensificó hasta que la angustia comenzó a invadirme. Opté por no tomar la tercera dosis, consciente de que algo no estaba bien. Mi cuerpo parecía moverse erráticamente, como si estuviera ebrio, aunque estaba sobrio. Decidí entregarme a esa extraña sensación de "vuelo" o "danza".

La angustia creció y me encontré abrazando un árbol, vomitando. El sabor de la ayahuasca dominaba el vómito, y mis ojos, llenos de lágrimas, ya no veían la naturaleza como antes. Colores y formas caleidoscópicas danzaban ante mí, dándole un nuevo sentido a mi entorno. Era como si todo eso formara parte de mí, como si ya lo hubiera vivido.

El tiempo de la tercera toma pasó sin que participara. Simplemente me recosté y desperté al día siguiente, con la mente llena de reflexiones y una sensación inolvidable de conexión con el todo.

La Ayahuasca a mi me dijo algo, y es que es necesario que la gente nos escuche, que el efecto que hace es a través de una sustancia DMT que abre a la experiencia estáltica, pero que no todos quieren acabar vomitando en una montaña, dejados de la mano de dios, entonces, me dijo que hay otro método ella siempre ha estado con nosotros, la Pineal, me motivo para poder llevar al poder de la Ayahuasca a cada uno de los seres próximos son el uso de la mistura sino con el uso del cuerpo, a través de la Acupuntura Espiritual que es lo que se hacer, eso me dijo.

[i] Dr. Rick Strassman. DMT. La Mólecula de del espíritu. ITI

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